LA CAMPANA

A las ocho menos cuarto
te temía.
A las nueve, somnoliento,
te rezaba.
A las diez, en mi latín,
te maldecía.
A las dos, con ansiedad,
te devoraba.
A las tres, en el silencio,
te sumía.
A las cuatro de la tarde,
te esperaba.
Y a las cinco, si era sábado,
te amaba.
A las seis del mes de Mayo,
te quería.
En el coro de la iglesia
te cantaba.
A las siete, más o menos,
te veía.
A las ocho, en primavera,
te tocaba.
A las nueve de la noche,
te comía
A las once, casi en punto,
te acunaba.
Y a las doce. recordándote seguía.